4. VIRREINATO – ECONOMIA.
La minería en la América española fue el motor de la economía colonial. Tanto en el virreinato del Perú como en el de la Nueva España, las minas engranaron todo el comercio, marcaron los circuitos comerciales orientando la producción a los grandes centros mineros. Si bien, el cerro Rico de Potosí así como Zacatecas (México) contribuyeron con el erario español durante toda la época colonial, hubo otros ingresos que mantuvieron a flote la economía peninsular. La mesta textil y los tributos de las provincias europeas fueron los principales ingresos de la corona.
A medida que el gobierno y el control político de los virreinatos se normalizaba en América, el monopolio español se vio mermado por el comercio ilegal, el crecimiento económico y por el fortalecimiento del tribunal del Consulado, importante gremio comercial del virreinato peruano.
4.1. Minería
La minería en América logró dinamizar el control político y administrativo de las colonias, debido a que estas tierras aportaron el metálico más importante de aquellos tiempos: la plata. En el Nuevo Mundo solo se conocían ciertos metales (entre ellos la plata y el oro), pero no le otorgaban el uso que los occidentales le daban, ya que no existía el comercio (transacción entendida en términos occidentales) principalmente en los andes (en Mesoamérica existían los mindalaes, pero aún no se sabe a ciencia cierta si es que cumplieron una función mercantil). Los españoles trajeron los implementos y tecnología adecuada para una explotación a nivel "industrial", gracias también a la utilización de la fuerza indígena. Se cree que en la década de 1540 fue descubierto Potosí y recién en 1570 explotado a gran escala. La mita dejó su forma prehispánica para convertirse en una forma en la que los españoles podían obtener mano de obra barata (aunque con los años los indios lograrían prerrogativas y muchos beneficios en las minas). Uno de los pilares de la minería fue la fuerza de trabajo. Los indios mineros debían pasar entre una y dos semanas (cada mes o mes y medio) dentro de la mina, sin salir en ningún momento, hasta completar su trabajo. Su sueldo variaba de acuerdo a la especialización que tenía. Durante el siglo XVII los indios barreteros o los de faltriquera lograron cobrar elevados sueldos pues solo ellos lograban hacer el trabajo de manera eficiente.
Las técnicas para la extracción de plata mejoraban rápidamente. En un inicio la plata era separada de los demás metales a través de los hornos llamados huairas (en los andes), pero solo servía para la plata de alta ley (que por lo general se encontraba casi a ras del suelo), para la plata que se encontraba en las vetas más profundas este tipo de fundición no servía. En 1555 el español Bartolomé de Medina creó (en México) la separación de la plata a través del azogue (mercurio). El mercurio absorbe la plata siempre y cuando ésta se encuentre en estado de polvo o harina. "Esta acción daba como resultado una amalgamación llamada pella". Luego se separaba el azogue y quedaba la plata pura y de alta ley. Lo económico de este método es que el mercurio podía volver a utilizarse luego del proceso.
Nueva España tuvo que importar azogue desde la península a diferencia del Virreinato del Perú que contaba con la Minas de Huancavelica (Oropesa, las minas de Santa Bárbara). A partir de 1572 la producción de plata de Potosí se triplicó gracias al método de la amalgamación. Aunque la inversión fue elevada, tanto Potosí como Zacatecas daban dividendos altísimos, lo que impulsaba a varios hombres pudientes a realizar molinos para la trituración de metales, hornos para la fundición, etc. Los centros mineros fueron ciudades que rápidamente se convirtieron en emporios comerciales que engranaron todo un circuito comercial en el que se encontraban la ciudad de México (para Zacatecas y Guanajuato) y la ciudad de los Reyes (para Potosí, Cerro de Pasco y Huancavelica).
Hay que tener en cuenta que el monopolio comercial que estuvo alrededor de la minería se vio afectado rápidamente por el contrabando de materiales (azogue, hierro), reventa de minerales y sobretodo por la salida del mineral (plata) a través de embarques ilegales, como Arica, hacia mercados franceses e ingleses.
Principales minas del virreinato del Perú en la colonia:
Potosí: c. 1545
Pasco: 1567
Castrovirreina: 1590
Oruro: 1608
Cailloma: 1608
Laicacota: 1619
Lucanas y Parinacochas: 1630
4.2. Agricultura
Tanto en México como en el virreinato peruano la tenencia de la tierra se trastocó, así como el usufructo que se hacía de ella. Con la llegada de los españoles llegaron también productos como el trigo, olivo, vid, cítricos, animales de granja y aves de corral. Desde un inicio los indígenas fueron empleados en las faenas agrícolas y fue a través de esta práctica que pudieron pagar sus tributos hasta que dispusieran de circulante. Nuevas técnicas como el barbecho, la rosa y quema así como diferentes instrumentos les fueron dados a los nativos para que explotaran al máximo la agricultura. El cambio más significativo estuvo en lo que se refiere a la propiedad de la tierra.
Los indígenas tuvieron que adaptarse a este nuevo sistema que era diametralmente opuesto a las prácticas vernaculares, pues concebían el aprovechamiento de la tierra para beneficio común (a las comunidades indígenas les otorgaron tierras comunales para el pago del tributo, pero a su vez numerosos mitayos debían ir a trabajar a las tierras de hacendados en su calidad de encomendados o yanaconas). Un aspecto a tener en cuenta es que las tierras destinadas a la agricultura se encontraban relativamente cercanas a las ciudades debido a que muchos de los alimentos no aguantaban más de 5 días de camino sin malograrse. Alrededor de Lima, Veracruz, México, Guanajuato y Potosí hubo grandes hectáreas destinadas solamente a la producción local. Dentro de esta producción no se descuidaron los productos locales como el olluco, coca y la crianza de pavo (en Centroamérica). Hacia 1600 la producción local fue lo suficientemente estable como para sustituir las importaciones que se hacían desde España causando gran molestia a los comerciantes españoles. Es desde entonces que el comercio intercolonial empezó a tener auge, principalmente entre las regiones de Perú, Chile y Centro América.
Productos traídos por los españoles: ganado vacuno, lanar, caprino, porcino; cereales: trigo, arroz, cebada, centeno; vegetales: lentejas, frijoles, lechugas, col, espinaca, apio, espárrago, zanahoria, nabo, betarraga, rábanos, etc.; frutos cítricos.
Productos vernaculares que se continuaron produciendo: papa, maíz, oca, quinua, cacao, camote, ajíes, yuca, maní, algodón, coca, etc.
4.3. Los obrajes
Fueron de gran importancia tanto en México como en el Virreinato del Perú. Fueron centros laborales dedicados a la manufactura de textiles e hilos de lana, algodón y cabuya. En el Perú el primer obraje fue instituido por Antonio de Ribera en 1545. Su número creció rápidamente debido a que las vestimentas tenían gran demanda entre los indígenas mineros (de diferentes calidades: bayetas, jergas, frazadas, alforjas, medias, sombreros, costales). Su producción no pudo superar lo artesanal debido a que el monopolio peninsular no dejaba que se expandiera o que elaborara productos de mejor calidad. No obstante fueron una eficiente industria debido a que siempre tuvieron grandes pedidos provenientes de todas partes del virreinato, tanto en Nueva España como en el Perú. A ello hay que agregar la relativa independencia que tuvieron las colonias (gracias a las constantes guerras entre España y sus países enemigos), logrando que su economía fuera más autónoma, beneficiando en gran medida a los obrajes y demás centros de producción locales. Lo que sí mermó la industria obrajera fue la introducción de textiles ingleses, que por su precio mucho más bajo, lograron capturar el mercado en detrimento de los comerciantes locales.
Existían obrajes de diferentes clases: obrajes enteros: eran aquellos que podían operar más de 12 telares, en los cuales trabajaban indígenas forzados o aquellos que percibían un salario; medios obrajes: si no excedían los 12 telares, pero que contaban con un batán y molino (pagaban la mitad de la alcabala); y los chorrillos: contaban con seis telares o menos y carecían de batán, eran usualmente mantenidos por el miembro de una familia y solo producían tejidos de calidad burda.
4.4. Comercio
Establecido el control político y administrativo en las colonias, la corona se preocupó por que los habitantes del Nuevo Mundo sean incluidos en los circuitos comerciales con la península. Esta buscó tener el control monopólico de todos los productos y trató de frenar cualquier intento de comercio entre las colonias. Prohibió ciertas manufacturas pues éstas (telas, muebles, vinos, hierro, etc.) debían importarse de España, pero no logró este objetivo. Los circuitos comerciales que giraban en torno a la minería exigían mayor cantidad de productos, cantidad que los comerciantes españoles no estaban en capacidad de otorgar debido a las guerras entre España y países enemigos, así como por la forma como en que el Consulado Sevillano había dispuesto el comercio con América. Los galeones salían de Sevilla cargadas de productos hacia Portobello, lugar donde se efectuaba una feria anual. A ella debían llegar los comerciantes procedentes del Perú, pues las flotas se dirigían a Veracruz para ahí efectuar las transacciones con los comerciantes de la Nueva España. Durante el siglo XVII, tanto el Perú como México se fortalecieron económicamente, manufacturando sus propios productos e inclusive comerciando entre las colonias (circuitos: Acapulco-Lima-Valparaiso, Lima- Panamá-La Habana, etc.). Las ferias fueron desde 1700 un fracaso pero aún así se celebraron hasta la década de 1740. Uno de los símbolos del comercio intercolonial fue el llamado galeón de Manila.
Lo que se debe resaltar es la independencia económica que van teniendo las colonias durante el siglo XVII. Ello propiciará, años mas tarde, las reformas borbónicas y la posterior independencia americana. También hay que destacar que esta independencia económica tuvo que ver con el comercio directo que efectuaban las colonias con barcos llenos de mercaderías procedentes de Inglaterra y Francia. Para el caso peruano, fueron muchos los barcos que fondearon frente a las costas de Pisco y Arica a la espera de los compradores, que en muchos casos eran connotados funcionarios públicos (a los que les estaba prohibido hacer algún tipo de negocio). Inclusive, en estas estrategias comerciales, los comerciantes peruanos, por evitar el monopolio español, llegaron hasta la misma Sevilla para realizar compras. Los llamados peruleros fueron en varias ocasiones a las costas españolas a comprar productos por menor precio. Fueron finalmente prohibidos este tipo de viajes pues ocasionaba grandes pérdidas a la corona.
4.5. Instituciones económicas
Tribunal de Consulado:
Fue un juzgado privativo constituido en Lima (por real Cédula del 29- XII-1593) por el gremio de los comerciantes para atender a los litigios y juicios a los que dieran origen las transacciones comerciales y mercantiles. Se instaló recién el 13 -II- 1613 a virtud de una provisión dictada por el Virrey Marqués de Montesclaros. Según sus ordenanzas debía efectuar cada año una junta general y designar 30 electores, a quienes le correspondía elegir un prior, dos cónsules y seis diputados que representarían al gremio. Controló el crédito público, al distribuir entre el gremio los donativos o empréstitos exigidos por la corona y recabó los impuestos. De igual manera, reguló las tasas y aranceles, fijó el precio de las mercancías, fletó navíos y armó la escuadra que defendía los barcos que desde Panamá llegaban al puerto del Callao con mercancías. Fue suprimido en 1822 y en su lugar se creó la Cámara de Comercio de Lima. Sin embargo, fue restablecido en 1829 y disuelto definitivamente en 1866.
4.6. Impuestos coloniales:
La alcabala: Gravaba todos las operaciones de compra-venta. Inicialmente consistía en el 2% con excepción de los productos indígenas (que no eran gravados con impuesto alguno). Dentro de las medidas de las reformas borbónicas las tasas se elevaron al 4% y luego al 6%. Debido a las protestas y revueltas indígenas, volvió al 4%.
Almojarifazgo: Derecho aduanero que consistía en el pago de un impuesto que iba entre el 2,5 hasta el 7% de los productos que entraban y salían del virreinato. Además de este pago se realizaba otro llamado avería, que consistía en la recaudación de un fondo para armar la flota que protegía las embarcaciones comerciales.
Quinto real: Derecho que se atribuía el monarca para quedarse con la quinta parte (20%) de la producción minera americana. Cuando Potosí decayó en el siglo XVIII se redujo su taza al 10% (llamado diezmo).
Tributos: Los indígenas debían abonar mensualmente, anualmente, o como lo requiera el corregidor un tributo que podía ser en productos agrícolas o en circulante. Las castas y mestizos debían pagar un tributo pero fue menor que el impuesto aplicado a los naturales.
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